miércoles, julio 29

Yo fuí un muchacho peronista.

Por Juan Villegas.

Dos cineastas alcanzaron en las últimas semanas una alta figuración pública en el contexto de la política argentina. Creo que ya adivinarán que me estoy refiriendo a Pino Solanas y a Jorge Coscia. La notable performance electoral de uno y la sorpresiva asunción del otro como Secretario de Cultura de la Nación presentan una coyuntura tal vez única en la relación entre cine y política en la historia nacional. El presente los encuentra a cada uno de ellos en espacios políticos enfrentados. Sin embargo, ambos reivindican su pertenencia al peronismo y a un pensamiento político que se podría resumir en eso que algunos llaman “izquierda nacional”. No es raro, por lo tanto, que Solanas, en declaraciones públicas luego de los cambios en el gabinete, no haya sido muy crítico con la designación de Coscia, como sí lo fue con los demás funcionarios.
Paso ahora, con las disculpas que corresponden, a la autobiografía. Nací en un ámbito familiar profundamente antiperonista: familia materna judía y padre marino retirado. Que mis padres se hayan casado y hayan formado una familia se puede ver como un milagro o una casualidad. Ahora pienso que tal vez lo único que unía a las familias de cada uno de ellos (y que permitió que ese casamiento se produzca) fue su común repulsión al peronismo. Crecí, entonces, en una familia para la que el peronismo era algo casi pecaminoso. Sin embargo, hacia mis trece o catorce años (estamos hablando de 1985 o 1986) me hice peronista. Hay algunos hechos que, encadenados, tal vez expliquen esta conversión. Mi padre murió cuando yo tenía cuatro años. A esa edad, cuenta mi madre, aprendí a leer. Como casi todos los jóvenes oficiales de la Marina durante el primer peronismo, mi padre había sido un opositor tenaz. Nunca pude chequearlo, pero mi madre asegura que llegó a estar preso por participar en actos contra el gobierno. Sin embargo, a diferencia de la tendencia conservadora / liberal de la Marina, él era un rosista acérrimo. Varios volúmenes dedicados a la biografía de Rosas y a su legado político pasaron a ocupar la biblioteca de mi cuarto. Desde muy chico supe qué era el revisionismo, quién era José María Rosa, supe de unitarios y federales, de la historia del sable de San Martín, de la Vuelta de Obligado.... Recuerdo un libro titulado Contra Rozas que recopilaba artículos contrarios al rosismo, el cual justificaba la letra “z” en lugar de la “s”, argumentando que así era el apellido original del “tirano”, tal vez para relacionarlo con el “nazionalismo”. Sin embargo, la mayor parte de los libros reivindicaban su figura y su acción política. No fue difícil para mí, a esa edad, que me terminaran convenciendo de que las acusaciones contra Rosas eran exageraciones de unitarios ofendidos, que se trataba de un patriota repudiado por la historia oficial escrita por los vencedores, de un defensor de lo nacional frente a las fuerzas extranjerizantes. Por esos años, escuchaba todas las noches a Dolina en la radio. Gracias a él, conocí a Borges y a Chesterton, pero también e Jauretche y a Scalabrini Ortiz. Ahí el círculo se cerró y me hice peronista. El revisionismo de mi padre no podía incluir a Perón como una continuidad histórica de San Martín y Rosas; el mío sí. Ayudó, obviamente, la natural tendencia de cualquier adolescente a la rebeldía. Recuerdo que unos años antes, cuando yo era aún muy chico, un tío me había preguntado de qué cuadro era. Al contestar que era de Boca, enseguida me dijo: “Espero que no seas peronista, porque no hay nada peor que un hincha de Boca y peronista”. No entendí que quiso decirme, pero lógicamente eso del peronismo se convirtió con los años en algo muy tentador, como todo lo prohibido. Por otra parte, no eran malos años para hacerse peronista. El gobierno de Alfonsín empezaba a derrumbarse de a poco y la renovación peronista estaba en pleno auge. Creo que la primera (y tal vez la única) elección nacional en la que me sentí ganador fue la del `87. Recuerdo, incluso, que el último acto de Menem en la campaña del `89 me resultó muy emocionante. Tenía 17 años y podía intuir ya algunas contradicciones entre su imagen y su discurso populares y ciertos personajes temibles que pululaban a su alrededor. A los pocos meses me desengañé y fui un antimenemista total. Sin embargo, la convicción peronista, a pesar de haberse dañado, resistía. Era sencillo identificar al gobierno de Menem con una traición a las profundas verdades peronistas. Los años fueron pasando, crecí, leí otras cosas y el peronismo dejó lentamente de ser, para mí, solamente una pura utopía romántica pero posible y fue también una forma, en general negativa, de lograr y ejercer el poder. Esa dualidad me acompañó varios años. En las discusiones políticas, cuando la cosa se ponía muy gorila, defendía a Perón. En cambio, cuando el peronismo prevalecía, enseguida salía a atacarlo. Por otra parte, Sarmiento me empezó a parecer más interesante y valioso que Rosas, el terror de la Mazorca se me aparecía como imperdonable y veía ahí el germen de una violencia que nuestro país venía sufriendo por décadas. Y un día empecé a intuir que no era peronista. Fue en 1999, durante una entrevista conjunta que le hicimos a Leonardo Favio, con otros compañeros de la revista El Amante. En un momento, Favio nos dijo, sin dejar de sonreír con simpatía: “Se nota que ustedes no son peronistas. Si no, no dirían Perón; dirían el General.” Tenía razón. Sin embargo, el golpe de gracia a mi ya débil lealtad peronista fue la gestión de Coscia en el INCAA. De pronto, ya como cineasta, debía lidiar con alguien que reivindicaba todo el tiempo a Jauretche y a aquellos valores nacionales y populares que fueron parte importante de mi adolescencia. Y yo era opositor a la gestión de Coscia. Su idea de lo que debía ser el cine argentino estaba en las antípodas de la mía. Yo creía que había que acelerar la renovación, fomentar las formas de producción alternativas y limitar las formas corporativas en la evaluación de los proyectos y películas. Y creo que a él le molestaba el lugar que nuestra generación estaba ocupando en el cine argentino, por lo que su política nunca podía ir para el lado que yo pretendía. Hoy, pasados los años, le puedo reconocer capacidad política para encauzar voluntades a su favor y lograr beneficios para el sector a partir de un buen manejo de las relaciones de poder. No es poco, pero creo que fue insuficiente. Creía entonces y sigo creyendo que el INCAA necesita un fuerte proceso de democratización, transparencia y desburocratización. Entre los méritos que puede haber tenido su gestión, no hubo rastros de nada de esto. Puedo decir, entonces, que Coscia hizo que deje definitivamente mi peronismo en el olvido. De pronto, vivía en carne propia las consecuencias de una política (de una manera de hacer política, sobre todo) y esas consecuencias no me gustaban nada. Y se trataba de un Organismo público que se reivindicaba como peronista y que formaba parte de un gobierno peronista. Fueron esos años, también, los que hicieron que me involucre políticamente, desde el PCI. Una situación que yo creía injusta contra la película Ana y los otros, ala que yo estaba ligado personalmente, me llevó a actuar de forma equivocada primero y luego con más habilidad para denunciarla y corregirla. Esa lucha personal me fue formando, me fue enseñando estrategias y modos y, sobre todo, me hizo despertar una vocación por la actividad política, aunque sea en el ámbito pequeño del cine, que estaba dentro de mí pero que no conocía. Nobleza obliga, debo reconocer que fue el mismo Coscia el que terminó destrabando la situación contra Ana y los otros. Nos hemos encontrado, luego de eso, en varias ocasiones, que incluyeron hasta la cordialidad. Sin embargo, creo que un rencor mutuo sobrevivió en todos estos años. Y fue durante la gestión de Coscia cuando tuve mi único encuentro personal con Solanas. Esto fue en el 2004, durante una mesa redonda organizada en el BAFICI acerca de políticas de fomento. Ambos estábamos invitados al debate. Yo estaba plenamente enfrentado a la gestión de Coscia en el INCAA, de una forma tal vez hasta demasiado ingenua e irresponsable. Se acababa de lanzar un nuevo plan de fomento, que limitaba la aparición de nuevos directores y parecía hecho a la medida de los productores ya establecidos. Solanas, en este contexto, se mostraba excesivamente conciliador y tolerante con las políticas del Instituto. Recuerdo que me molestó mucho su actitud. No podía creer que alguien que había arriesgado su vida por sus ideas progresistas pudiera ser tan permisivo frente a una gestión que yo sentía tan conservadora. Lo noté cansado, casi sin fuerzas, entregado. No parecía la misma persona que había hecho La hora de los hornos y que se había enfrentado al menemismo cuando realmente era valiente hacerlo. Debo admitir que nunca pude sacarme de la cabeza esa imagen. No voté en estas últimas elecciones, por encontrarme en el exterior. Sin embargo, no hubiera votado por Solanas, tal vez por el recuerdo de aquella tarde, tal vez porque me he vuelto alguien que desconfía de todo peronista. De todas maneras, tengo que decir que el Solanas de estas últimas semanas me parece infinitamente más valiente, más vital, más abierto a la pluralidad democrática y hasta más joven que aquel. Tal vez nunca lo vote, pero auguro buenas cosas para su espacio político y espero que su paso por el Congreso sea valioso para el país. En cuanto a Coscia, quiero también ser optimista y esperar que su gestión como Secretario de Cultura sea mucho mejor que lo que mis expectativas sospechan. Pensándolo bien, esta coyuntura de dos cineastas en espacios de poder puede ser una buena oportunidad para una nueva modificación de la Ley de Cine. En un punto, hay que reconocer que la última modificación de la Ley, en 1994, fue hecha bajo la presidencia de un peronista, y no precisamente de uno de los mejores. Tengo claro que la excusa debería estar dada ahora por los cambios tecnológicos que se han dado de 1994 para acá, pero el verdadero objetivo deberá ser un Instituto de Cine más democrático, más eficiente y menos corporativo, cuya principal función sea la de ayudar a que se haga un cine mejor.

lunes, julio 20

EL HOMBRE QUE NO DUERME, DE DIEGO LUBLINSKY


El hombre que no duerme,
de Diego Lublinsky.

ESTRENO: JUEVES 30 DE JULIO 20:30 HS

Elenco: Patricia Becker, Jorge Booth, Claudia Cantero, Federico Costa, Luis Gasloli, Daniel Ridolfi y Fernando Sayago.

Dos hermanos se ven forzados a convivir con la nueva familia de su padre para estar junto a él en sus últimos días.
El cansancio, el encierro, el insomnio y el contacto cotidiano con la muerte generan situaciones extrañas que bien podrían pertenecer a un mundo fantástico
En la habitación del padre sucede todo aquello que no queremos ni ver ni imaginar.
Una cámara registra cada detalle, amplificándolo como una onda expansiva que cambiará para siempre la vida de los habitantes de la casa.

Diseño de escenografía: Magali Acha / Diseño de vestuario: Giorgio Correa – Anna Franca Ovstrovsky / Diseño de luces: Facundo Estol / Diseño sonoro: Ana Foutel / Fotografía: Juan Travnik / Diseño gráfico: Mariana Rovito / Asistente de escenografía: Carolina Scarinci / Realización de escenografía: Duilio Della Pittima / Coordinación de producción: Gabriel Cabrera – Justina Micele /Asistente de dirección / cámara: Lucila Rodriguez Canlé.
Dirección: Diego Lublinsky - Paula Travnik

Funciones: Jueves y domingos 20.30hs.
ELKAFKA Espacio Teatral
Lambaré 866 – Capital Federal
Reservas: 4862 5439
http://elkafkaespacioteatral.blogspot.com/
Localidades $ 30 - Estudiantes y jubilados $ 20

http://hombrequenoduerme.blogspot.com/
http://vimeo.com/user790965

sábado, julio 18

EL ALEPH


Por Andrés Di Tella.

Ayer me colé en un grupito de confabulados –-conjurados, diría Borges-- que se reúne cada quince días con Claudio Caldini, en una habitación a oscuras, para contemplar tesoros extraídos de su cofre de rarezas y deliberar sobre los secretos de la imagen en movimiento. Caldini proyectó algunas películas y nos contó la vida de un oscuro cineasta avant-garde alemán, Oskar Fischinger (foto), precursor de la abstracción en el cine y pionero de los primeros experimentos con el color, con títulos intimidantes como Estudio No. 6 y Composición en azul, entre los años 20 y 30.
También por esos años, realizó un documental extraordinario, Caminando desde Munich a Berlín, filmado cuadro a cuadro, como si fuera una animación. Paradójicamente, Fischinger consigue un efecto “fotográfico” sorprendente, alternando un desfile vertiginoso de escenas y paisajes rurales con momentos más pausados, donde nos deja observar por unos segundos los rostros de las personas que el cineasta se fue cruzando por el camino, como si se tratara de clásicos retratos fotográficos, como de Sander, pero con el extrañamiento de la palpitación producida por el cuadro a cuadro.

No sé por qué, me evocó uno de esos extraños libros de viaje de Sebald, como Los Anillos de Saturno, que parecen combinar sin esfuerzo documento y poesía. De hecho, se trata de un viaje al que Fischinger se largó para huir de sus acreedores en Munich, caminando las 350 millas hasta Berlin con lo puesto y su cámara a cuestas. También vimos un home movie de esa época, hecho con técnica parecida, autorretratos informales de Fischinger con su mujer y su hermano. Sonrisas cómplices, la diversión del experimento y la vida mezclados en un mismo acto, y la emoción que trasmite un momento de felicidad condenado a desaparecer.
En 1936 abandonó la Alemania nazi, donde él y sus amigos empezaban a ser acusados de practicar un “arte degenerado”, y recaló en Hollywood, donde hizo animaciones para la Paramount Pictures y, entre otras cosas, llegó a diseñar el primer episodio de Fantasía de Walt Disney, aunque después renunció por desavenencias con el estudio y quitó su nombre de los créditos. De hecho, Fischinger había entrado al estudio de Disney con enorme ilusión, aceptando un sueldo cuatro veces menor que el que percibía en la Paramount. El mismo Sergei Eisenstein había estado en conversaciones con Disney, cuyo trabajo llegó a considerar “la mayor contribución del pueblo americano al arte universal”. Pero Fischinger salió muy decepcionado de la experiencia: sus propuestas tendientes a encontrar un lenguaje visual equivalente al de la música no prosperaron o, en todo caso, quedaron desvirtuadas como meras ilustraciones. Después de Disney, no volvió a trabajar para la industria y, en las décadas que siguieron, subsistió en circunstancias paupérrimas, en las orillas de Hollywood, hasta su muerte en 1967.

Una de sus películas más “conocidas”, según Caldini, fue un corto llamado An Optical Poem, producida en 1937 por la MGM y presentada en los títulos como “un experimento científico”. Me hizo sonreír ver rugir al león de la Metro antes de una película experimental. Y Fischinger, que además era músico y pintor y que soñó con "hacer música con las imágenes", también tenía algo de personaje de Roberto Arlt, entre científico loco y timador. Llegó a inventar un artefacto para filmar animaciones con cera, que era una especie de cruza entre una cámara de cine y una fiambrera. Se lo vendió a otro cineasta, que nunca pudo utilizarla porque las luces de cine derretían la cera.

Mientras veía los materiales únicos que presentaba Caldini y oía sus comentarios, a la vez sencillos y profundos, resultado de una larga y meditada convivencia con esas imágenes, pensé que Caldini era como uno de aquellos viejos sabios de la tribu, que llevaba en la memoria algo así como una biblioteca entera, o mejor, el Archivo General de una nación olvidada. ¿Quién, sino él, sería capaz de recordar, setenta años después, en Buenos Aires, a Oskar Fischinger? De alguna manera, intuí, Caldini hablaba de Fischinger como si estuviera hablando de sí mismo. Los problemas filosóficos que se planteaba el alemán en relación el uso de la música en sus películas parecían problemas prácticos que Caldini se planteaba como propios. Caldini hacía las veces de médium y, allí en la oscuridad, iluminado apenas por la luz del proyector, inducía en nosotros un estado de trance, para que Fischinger siguiera existiendo y hablándonos. Pensé también en esa frase: “En Africa, cada vez que muere un viejo, es como si se incendiara una biblioteca”. Y caí en la cuenta del enorme privilegio que representaba estar ahí sentado, en esa habitación oscura de un departamento de Palermo, como si fuera el sótano de la calle Garay donde Julio Argentino Daneri le reveló a Jorge Luis Borges la existencia del Aleph.

Cine expandido
A partir del viernes 24 de Julio, habrá oportunidad para ver a Claudio Caldini en acción, en una proyección-performance en el Centro Cultural MOCA. El propio Caldini es el operador en vivo de una instalación cinematográfica multiple: proyección de films encontrados, intervenidos y/o de sus propios films experimentales históricos modificados para el nuevo sistema. Sonido generado mediante las posibilidades de interfase que ofrecen los reproductores estereofónicos de los mismos proyectores, micrófonos, grabaciones originales, música electrónica y ruidos ambientales.
Programa 1 Televisionoise, Color Scratch y Lux Taal
Programa 2 After Méliès, Flamme y Chuang-Tzu
Programa 3 Vadi-Samvadi, Escena circular y Gamelang
Programa 4 El devenir de las piedras, Un enano en el jardín y Prisma

Viernes 24 y 31 de julio, 7 y 14 de agosto, a las 20 horas. Duración del programa: 60´. Auditorio. Entrada $10.

CENTRO CULTURAL MOCA
MONTES DE OCA 169 / C1270AAB
BUENOS AIRES / ARGENTINA
(54 11) 4519 5639

lunes, julio 13

"LA TIGRA, CHACO" GANA MENCION DEL JURADO EN EL FESTIVAL DE KARLOVY VARY


“La Tigra , Chaco”, opera prima de Federico Godfrid y Juan Sasiaín, obtuvo la Mención Especial del Jurado de la competencia "Forum of Independents" del Festival Internacional de Karlovy Vary, República Checa, donde además fue la única representante argentina.

Ganadora del premio FIPRESCI en el último Festival Internacional de Mar del Plata, la película cuenta con las actuaciones de Ezequiel Tronconi y Guadalupe Docampo (también premiada como mejor actriz en el Festival de Mar del Plata), y su equipo técnico, al igual que sus directores, está formado en su mayoría por egresados de la UBA.

Sinopsis.
La Tigra, Chaco. Un tranquilo pueblo de apenas veinte cuadras.
Esteban vuelve tras largos años de ausencia al lugar en donde pasó los veranos en su infancia. Ha vuelto para reencontrarse con su pad8re, Cacho, y hablar “algunas cosas de Buenos Aires". Pero Cacho, un camionero que ha formado una nueva familia en La Tigra , está siempre en la ruta, y el encuentro se pospone indefinidamente.
La espera, sin embargo, le ofrece la oportunidad de reencontrarse con Vero, una amiga de la infancia que se ha convertido en una muchacha hermosa. Cada paso que dan juntos parece devolverlos a los espacios más preciados de una memoria emocional compartida. Pero lejos de parecer un viaje al pasado, en su relación se vislumbra la promesa de un futuro.

miércoles, julio 8

SIGUE EN ENCUENTRO LA SERIE "UNA GIRA DIFERENTE"

La serie "Una gira diferente", que registra el recorrido que León Gieco realizó por todo el país acompañado por artistas y músicos discapacitados, se sigue exhibiendo todos los viernes de julio, a las 22.30, en el canal Encuentro, en el formato de 10 capítulos de 30 minutos de duración.
La serie fue producida por Magoyafilms, tuvo como productor ejecutivo a Nicolás Batlle y fue dirigida por Fernando Molnar, Sebastian Schindel y el propio Gieco.
A partir de una presentación del músico en el Salón Blanco de Casa de Gobierno con un grupo de excelentes artistas discapacitados, se plantea un gira por el país, con seis personajes que acompañan hace varios años al artista.
El objetivo es hacer visibles, a través del arte y la cultura, la problemática de la discapacidad y la integración. Así nace el proyecto Mundo Alas (que incluye un CD, una película, un libro y esta serie televisiva de seis capítulos).
El ciclo aborda las historias de los artistas con necesidades especiales que, en el transcurso de los últimos años y, gracias a la gestión de Gieco, pudieron mostrar en todo el país sus virtudes artísticas. Gieco fue descubriéndolos en sus conciertos, cuando se le acercaban para pedirle un espacio para mostrar su arte.
En cada capítulo de la serie, descubriremos la historia de uno de estos artistas al tiempo que va avanzando la gira.

Capítulos:
Viernes 10/07 A LAS 22:30 HS.: Introducción a la Gira
Viernes 17/07 A LAS 22:30 HS.: Demián Frontera
Viernes 24/07 A LAS 22:30 HS.: Grupo AMAR
Viernes 31/07 A LAS 22:30 HS.: Alejandro Davio

Repeticiones:
Viernes: 00:00 / 05:00
Sábados: 15:00
Domingos: 22:30
Lunes: 17:00
Martes: 09:30

Más información:
http://www.encuentro.gov.ar/EventSearch.aspx?id=5&FilterDay=true
http://www.mundoalas.com.ar/

martes, julio 7

SABRINA FARJI TERMINO EL RODAJE DE "KABARET DELUX"


La cineasta Sabrina Farji terminó de filmar "Kabaret Delux", su tercer largometraje que protagonizan Emme y Celeste Cid y que enfoca, en tono de comedia dramática, el tema de los hijos y nietos de desaparecidos apropiados ilegalmente durante la última dictadura militar en la Argentina.
El filme aborda la historia de Eva (Cid), una joven hija de padre desaparecido, que entre Navidad y Año Nuevo se entera que Lola (Emme), su amiga y compañera de un particular circo cabaret punk es también hija de desaparecidos y fue apropiada cuando era niña.
Eva se ocupa de ayudar a su amiga a elegir entre la verdad o la mentira, tarea para nada sencilla, ya que ella misma mantiene conversaciones telefónicas imaginarias con su padre desaparecido y deberá averiguar hasta qué punto puede vivir y soportar su propia realidad.
Con el apoyo del Instituto Nacional de Artes Audiovisuales de Argentina (Incaa), Abuelas de Plaza de Mayo y la Comisión para la Memoria del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Nación, el elenco de "Kabaret Delux" se completa con Claudia Lapacó, Willy Lemos, Victoria Carreras, Alejandro Awada, Juan Minujín y Jorge D'Elía.

ALDO PAPARELLA FILMA "OLVIDAME" CON ANTONELLA COSTA

El cineasta Aldo Paparella está filmando en Buenos Aires "Olvídame", una película de género fantástico que protagonizan Antonella Costa y Gonzalo Valenzuela, que por momentos transita el oscuro terreno del thriller y, por otros, se adentra en el espacio de un amor enfermizo.
"Es la historia de un asesino serial que se enamora de una de sus víctimas y, por lo tanto, es una historia de amor oscura y trágica entre ellos", adelantó el autor de "Hoteles", filme de 2004 de clima ominoso y gran belleza estética.
Según el director, "se trata de un asesino serial que no tiene castigo, ni parece estar arrepentido. Pero tampoco hay una visión negativa ni se emite juicio alguno sobre él, ya que es impune y se maneja con sus propias leyes".
Paparella señaló que en este nuevo filme intentará evocar "el clima ominoso y de extrañamiento de películas de género fantástico de autores como David Cronenberg y David Lynch".
Con música y participación actoral de los miembros del grupo electropop Adicta, "Olvídame" abordará fundamentalmente "el problema de la moral individual, la de los cuestionamientos íntimos, una moral propia y autónoma, con sus propias códigos", explicó el cineasta.
"Me interesa ver a los personajes independientemente de la visión general que todos tenemos, que generalmente es la de la obligación social. Estos seres actúan por sus pulsiones y no sienten culpan ni remordimiento y, en ese sentido, el filme no los juzga", agregó.
Entre víctimas y victimarios, entre el asesino serial y el investigador que lo persigue, "hay otro personaje que es una especie de 'Doctor Muerte', al que se lo muestra practicando la eutanasia pero -advirtió Paparella- en la película tampoco se lo juzga".
El director adelantó que esta nueva película seguirá un poco la línea estética y climática de "Hoteles", especialmente de su último segmento, "Chernobyl", con una construcción visual muy cuidada, escenas de sexo fuerte, tono ominoso, elementos sádicos y fetichistas.
"Fotográficamente se parece mucho, con locaciones muy oscuras y ominosas. Además -señaló Paparella- la película coquetea con muchos géneros, pero no se define por ninguno, ya que por momentos parece un thriller, por otros parece una película fantástica y por otros parece una película de amor".

"UNA SEMANA SOLOS" PREMIADA EN MUNICH


La película UNA SEMANA SOLOS, de Celina Murga, obtuvo el premio Arri-Zeiss Award a la MEJOR PELICULA EXTRANJERA en el Festival de Munich.
El segundo film de Murga compitió con películas como Shirin, de Abbas Kiarostami, The girl on the train, de André Téchiné, y The hurt locker, de Kathryn Bigelow, entre otras.
Asimismo, el jurado estuvo compuesto por Katja Nicodemus, la editora del diario alemán DIE ZEIT; Teona Strugar Mitevska, director y productor de Macedonia; y Jay Jeon, director artístico de Pusan International Film Festival (Corea del Sur).

El Festival de Munich se realiza desde 1983 y, luego de la Berlinale, es el festival alemán más importante.
Marcelo Lavintman (foto), el director de fotografía de UNA SEMANA SOLOS, recibió el galardón en la Ceremonia de Premiación, en representación de Murga.

Más información en:
www.filmfest-muenchen.de